NADA SE PIERDE,
TODO SE TRANSFORMA
Por el cumplimiento de los Principios de
Vibración y Ritmo, todo, en la naturaleza, se transforma, nada muere ni
desaparece totalmente.
El agua que viene cuando llueve es absorbida
por la tierra y, al mezclarse con esta, los árboles absorben su alimento y lo
transforman en clorofila;
a su vez, esta se convierte en un fruto que, al ser
comido, se vuelve energía vital para el cuerpo, y así continúa la
transformación de la energía en una rueda interminable.
Esto quiere decir que la energía del agua va
reencarnando, tomando carne o cuerpo de diferentes formas.
De este modo, vemos que toda energía puede
encarnar en diferentes cuerpos y formas, siempre superiores, sin atrasarse
nunca.
Un paso dado,
no hay que volver a darlo.
El “Principio de Vibración” impulsa a que
todo se mueva y se transforma, como en una danza cósmica.
Nosotros, como Chispas Divinas que somos,
nunca hemos muerto y jamás moriremos.
En el transcurso de los años, cuando el
cuerpo físico ya no le sirve a nuestro SER DIVINO, para realizar el trabajo que
debemos hacer en la vida –seguir adquiriendo experiencia en el uso de los “Siete
Aspectos de Dios”, las “Siete Leyes Divinas”, “El Cristo” y el “Yo Soy”-, lo
tenemos que cambiar, así como uno cambia un traje cuando este ya no sirve.
Muchas veces nuestro ser es como un canario
que comienza a crecer dentro de una jaula, que es el cuerpo físico, y cuando el
canario ya está muy grande, hay que cambiarlo a una jaula más amplia y cómoda,
para que pueda seguir cantando feliz.
Rubén Cedeño; “Pilares de la Metafísica”
Grupo Editorial Metafísica & Editorial
Señora Porteña