sábado, 4 de julio de 2015

INICIACIÓN-Maestro Djwal Khul



INICIACIÓN
Después de un período de tiempo breve o largo, el discípulo se encuentra ante el Portal de la Iniciación. Debe recordarse que, a medida que nos acercamos al Maestro y al Portal, se llega como dice el libro Luz en el Sendero: “con los pies bañados en la sangre del corazón”. Cada paso trascendido se da mediante el sacrificio de todo lo que es querido por el corazón en algún plano, y este sacrificio debe ser siempre voluntario. Quien huella el sendero de probación y el de santidad, sabe el precio que debe pagar, ha reajustado el sentido de los valores y, por lo tanto, no juzga como lo hace el hombre mundano. Quien intenta “arrebatar el reino por la violencia”, lo hace porque está preparado para el consiguiente sufrimiento. Quien considera que nada tiene valor excepto alcanzar la meta, está dispuesto a sacrificar su propia vida en la lucha para que predomine el Yo Superior sobre el yo inferior.
La iniciación no sólo destaca y profundiza la cualidad del Alma y permite a la personalidad expresar los poderes del Alma, acentuando y extrayendo lo mejor que hay en el discípulo y en el servicio que presta, sino también pone progresivamente a su disposición fuerzas y energías de las cuales no tenía conocimiento alguno, que aprenderá a emplear como iniciado de cierto grado en el Camino Iluminado. La iniciación le revelará mundos del ser hasta entonces insospechados y desconocidos, con los cuales debe aprender a colaborar y lo integrará más definidamente en la “zona iluminada” de nuestra vida planetaria, traerá nueva revelación y visión, pero se oscurecerá más la zona no iluminada.
La iniciación es considerada una ceremonia cuando llega a un punto culminante en el proceso iniciático donde la conciencia del discípulo es dramáticamente consciente de los miembros de la Jerarquía y de su propia posición, en relación con la misma. El discípulo hace de esta comprensión un símbolo --sucesivamente y en creciente gran escala-- como si fuera una gran ceremonia rítmica de revelación progresiva, en la cual él, como candidato es el centro del escenario jerárquico. Esto definidamente es así (desde el ángulo ceremonial) en las primeras dos iniciaciones y en relación con el Cristo como Iniciador.
El proceso iniciático es en realidad el resultado de la actividad de tres energías:
I. La energía generada por el discípulo, cuando trata de servir a la humanidad.
II. La energía puesta a disposición del discípulo, cuando logra construir el "antakarana" (puente de luz entre el cuerpo mental inferior y el cuerpo mental superior).
III. La energía del Ashrama jerárquico en el cual está siendo “absorbido” o integrado.
Estas tres energías, cada una con su propio modo de expresión y produciendo sus propios resultados específicos, que complementan o dirigen el proceso iniciático, son evocadas por el mismo discípulo, y su creciente fortaleza y capacidad reveladora dependen ampliamente de su determinación, de su propósito y de su voluntad; de su persistencia y de su integridad espiritual.
Períodos de investigación, de sufrimiento, de desapego, de revelación, que producen puntos de fusión, de tensión y de proyección de energía, tal es la historia del sendero de la iniciación.
La iniciación es en verdad el nombre dado a la revelación o nueva visión que impele siempre al discípulo adelante, hacia una luz mayor; no es algo que se le confiere o se le da. Es un proceso de reconocimiento de la luz y la utilización de esa luz a fin de entrar en una luz siempre más clara. El progreso efectuado desde una zona débilmente iluminada, en la manifestación divina, a otra de gloria suprema, es la historia del sendero de evolución.
El reconocimiento de las diversas “luces” en el Camino Iluminado significa estar preparado para la iniciación. El iniciado entra en la luz en un sentido peculiar, y ésta compenetra su naturaleza, de acuerdo a su desarrollo, en cualquier etapa en tiempo y espacio, permitiéndole hacer contacto y ver lo que hasta entonces era invisible y, basado en el conocimiento recién adquirido, dirigir su pasos adelante.
Aquí no estoy hablando en símbolos. Cada iniciación oscurece la luz ya adquirida y empleada, y sumerge entonces al iniciado en una luz más elevada. Cada iniciación capacita al discípulo para percibir una zona de la Conciencia Divina hasta entonces desconocida, pero cuando el discípulo se ha familiarizado con ella y sus fenómenos, su cualidad vibratoria e interrelaciones excepcionales, se convierten para él en un campo normal de experiencia y actividad. Nuevamente la dualidad penetra en su percepción mental, porque ya es consciente de la zona iluminada, por la cual llega a un punto de tensión o de iniciación; mediante el proceso iniciático descubre una zona nueva y más brillantemente iluminada en la cual puede ahora penetrar. Esto no significa que debe abandonar el campo de actividad anterior en el que ha trabajado y vivido, sino que simplemente enfrenta nuevos campos de responsabilidad y oportunidad, pues - por su propio esfuerzo - puede ver más luz, caminar en una luz mayor y aplicar sus facultades más adecuadamente que hasta ahora, dentro de la zona, grandemente ampliada, de las posibilidades.
La iniciación es (en su definición más simple) la comprensión del Camino, pues la comprensión es una energía reveladora que permite la realización. La iniciación es un progreso en la experiencia y, por su intermedio, el logro de un punto de tensión. Manteniendo ese punto de tensión el iniciado ve lo que está por delante. La iniciación permite entrar progresivamente en la mente del Logos Creador. Esta última definición es quizás una de las más importantes que he dado hasta ahora. Reflexionen sobre mis palabras.
Ningún discípulo puede pasar por la experiencia iniciática si no es un individuo fusionado con el Alma y conscientemente consciente, en los niveles del Alma, de los diferentes acontecimientos, posibilidades, empresas e implicaciones.
Sería conveniente observar que una iniciación es, en realidad, una crisis, un acontecimiento culminante, que sólo se produce realmente cuando el discípulo ha aprendido a ser paciente, resistente y sagaz, al surgir de las numerosas y menos importantes crisis precedentes.
La iniciación es un episodio culminante, debido a la disciplina autoinspirada, a la que el discípulo se ha obligado a ajustarse, poco se ha dicho sobre la verdad más importante, de que la iniciación admite a un hombre en una zona o nivel de la Conciencia Divina - en un plano o más bien en un estado del ser, hasta ahora considerado como sellado y cerrado.
Maestro Djwal Khul
Extraído del libro: "SIRVIENDO A LA HUMANIDAD" (Alice Bailey).

Maestro Djwal Khul Extraído del libro: "SIRVIENDO A LA HUMANIDAD" (Alice Bailey)

OBEDECER LOS IMPULSOS INTERNOS DEL ALMA
Hacen bien los instructores de la raza en enseñar al neófito la práctica de la discriminación y entrenarlos en la ardua tarea de distinguir entre:
(a) El instinto y la intuición.
(b) La mente superior y la inferior.
(c) El deseo y el impulso espiritual.
(d) La aspiración egoísta y el incentivo divino.
(e) El impulso emanado de los señores lunares (personalidad) y el desenvolvimiento del Señor Solar (Alma).
No es tarea fácil halagadora, descubrirse a sí mismo y encontrar que quizás hasta el servicio prestado y nuestro anhelo de estudiar y trabajar, tuvieron un origen básicamente egoísta, o se han basado en un deseo de liberación o desagrado por los deberes cotidianos. 
El que trata de obedecer los impulsos del Alma debe hacer un análisis exacto y honesto de sí mismo, cosa realmente rara en estos días.
 Que se diga a sí mismo “tengo que ser veraz con mi propio Ser” y, en la intimidad y en el secreto de su propia meditación, tratar de no pasar por alto falta alguna, ni disculparse nada a sí mismo. 
Que aprenda a diagnosticar sus propias palabras, actos y móviles, y a llamar a todas las cosas por su verdadero nombre. 
Sólo así se entrenará en la discriminación espiritual y aprenderá a reconocer la verdad en todas las cosas. 
Sólo así llegará a la realidad y conocerá el verdadero Ser.


Maestro Djwal Khul Extraído del libro: "SIRVIENDO A LA HUMANIDAD" (Alice Bailey).

INICIACIÓN
Después de un período de tiempo breve o largo, el discípulo se encuentra ante el Portal de la Iniciación. Debe recordarse que, a medida que nos acercamos al Maestro y al Portal, se llega como dice el libro Luz en el Sendero: “con los pies bañados en la sangre del corazón”. Cada paso trascendido se da mediante el sacrificio de todo lo que es querido por el corazón en algún plano, y este sacrificio debe ser siempre voluntario. Quien huella el sendero de probación y el de santidad, sabe el precio que debe pagar, ha reajustado el sentido de los valores y, por lo tanto, no juzga como lo hace el hombre mundano. Quien intenta “arrebatar el reino por la violencia”, lo hace porque está preparado para el consiguiente sufrimiento. Quien considera que nada tiene valor excepto alcanzar la meta, está dispuesto a sacrificar su propia vida en la lucha para que predomine el Yo Superior sobre el yo inferior.
La iniciación no sólo destaca y profundiza la cualidad del Alma y permite a la personalidad expresar los poderes del Alma, acentuando y extrayendo lo mejor que hay en el discípulo y en el servicio que presta, sino también pone progresivamente a su disposición fuerzas y energías de las cuales no tenía conocimiento alguno, que aprenderá a emplear como iniciado de cierto grado en el Camino Iluminado. La iniciación le revelará mundos del ser hasta entonces insospechados y desconocidos, con los cuales debe aprender a colaborar y lo integrará más definidamente en la “zona iluminada” de nuestra vida planetaria, traerá nueva revelación y visión, pero se oscurecerá más la zona no iluminada.
La iniciación es considerada una ceremonia cuando llega a un punto culminante en el proceso iniciático donde la conciencia del discípulo es dramáticamente consciente de los miembros de la Jerarquía y de su propia posición, en relación con la misma. El discípulo hace de esta comprensión un símbolo --sucesivamente y en creciente gran escala-- como si fuera una gran ceremonia rítmica de revelación progresiva, en la cual él, como candidato es el centro del escenario jerárquico. Esto definidamente es así (desde el ángulo ceremonial) en las primeras dos iniciaciones y en relación con el Cristo como Iniciador.
El proceso iniciático es en realidad el resultado de la actividad de tres energías:
I. La energía generada por el discípulo, cuando trata de servir a la humanidad.
II. La energía puesta a disposición del discípulo, cuando logra construir el "antakarana" (puente de luz entre el cuerpo mental inferior y el cuerpo mental superior).
III. La energía del Ashrama jerárquico en el cual está siendo “absorbido” o integrado.
Estas tres energías, cada una con su propio modo de expresión y produciendo sus propios resultados específicos, que complementan o dirigen el proceso iniciático, son evocadas por el mismo discípulo, y su creciente fortaleza y capacidad reveladora dependen ampliamente de su determinación, de su propósito y de su voluntad; de su persistencia y de su integridad espiritual.
Períodos de investigación, de sufrimiento, de desapego, de revelación, que producen puntos de fusión, de tensión y de proyección de energía, tal es la historia del sendero de la iniciación.
La iniciación es en verdad el nombre dado a la revelación o nueva visión que impele siempre al discípulo adelante, hacia una luz mayor; no es algo que se le confiere o se le da. Es un proceso de reconocimiento de la luz y la utilización de esa luz a fin de entrar en una luz siempre más clara. El progreso efectuado desde una zona débilmente iluminada, en la manifestación divina, a otra de gloria suprema, es la historia del sendero de evolución.
El reconocimiento de las diversas “luces” en el Camino Iluminado significa estar preparado para la iniciación. El iniciado entra en la luz en un sentido peculiar, y ésta compenetra su naturaleza, de acuerdo a su desarrollo, en cualquier etapa en tiempo y espacio, permitiéndole hacer contacto y ver lo que hasta entonces era invisible y, basado en el conocimiento recién adquirido, dirigir su pasos adelante.
Aquí no estoy hablando en símbolos. Cada iniciación oscurece la luz ya adquirida y empleada, y sumerge entonces al iniciado en una luz más elevada. Cada iniciación capacita al discípulo para percibir una zona de la Conciencia Divina hasta entonces desconocida, pero cuando el discípulo se ha familiarizado con ella y sus fenómenos, su cualidad vibratoria e interrelaciones excepcionales, se convierten para él en un campo normal de experiencia y actividad. Nuevamente la dualidad penetra en su percepción mental, porque ya es consciente de la zona iluminada, por la cual llega a un punto de tensión o de iniciación; mediante el proceso iniciático descubre una zona nueva y más brillantemente iluminada en la cual puede ahora penetrar. Esto no significa que debe abandonar el campo de actividad anterior en el que ha trabajado y vivido, sino que simplemente enfrenta nuevos campos de responsabilidad y oportunidad, pues - por su propio esfuerzo - puede ver más luz, caminar en una luz mayor y aplicar sus facultades más adecuadamente que hasta ahora, dentro de la zona, grandemente ampliada, de las posibilidades.
La iniciación es (en su definición más simple) la comprensión del Camino, pues la comprensión es una energía reveladora que permite la realización. La iniciación es un progreso en la experiencia y, por su intermedio, el logro de un punto de tensión. Manteniendo ese punto de tensión el iniciado ve lo que está por delante. La iniciación permite entrar progresivamente en la mente del Logos Creador. Esta última definición es quizás una de las más importantes que he dado hasta ahora. Reflexionen sobre mis palabras.
Ningún discípulo puede pasar por la experiencia iniciática si no es un individuo fusionado con el Alma y conscientemente consciente, en los niveles del Alma, de los diferentes acontecimientos, posibilidades, empresas e implicaciones.
Sería conveniente observar que una iniciación es, en realidad, una crisis, un acontecimiento culminante, que sólo se produce realmente cuando el discípulo ha aprendido a ser paciente, resistente y sagaz, al surgir de las numerosas y menos importantes crisis precedentes.
La iniciación es un episodio culminante, debido a la disciplina autoinspirada, a la que el discípulo se ha obligado a ajustarse, poco se ha dicho sobre la verdad más importante, de que la iniciación admite a un hombre en una zona o nivel de la Conciencia Divina - en un plano o más bien en un estado del ser, hasta ahora considerado como sellado y cerrado.
Maestro Djwal Khul
Extraído del libro: "SIRVIENDO A LA HUMANIDAD" (Alice Bailey).