La bronca es algo, que en algún momento de la vida hemos sentido todos. La bronca daña, corroe el alma, crea mal karma, tuerce el "Plan Divino de Perfección", impide oportunidades, produce enfermedades, dolores, pesares, desasosiego, y quita los deseos de vivir.
Toda bronca es falta de FELICIDAD, el resentimiento que guardamos por aígo que nos hicieron y creemos que fue injusto, que no merecíamos, nos pone de mal genio y trato áspero, que nos daña y tiñe de rojo bermejo el aura oscureciéndola horriblemente, es lo más asqueroso que podemos llevar encima; nos hace toscos, propicios a que el astral se nos abra a influencias siniestras de riña, disputa y desagrado.
FELICIDAD, los Siete Principios y Aspectos de Dios están dentro de uno y de cada cosa que existe.
La FELICIDAD está viva, activa en todas partes y la podemos disfrutar, pero hay gente que prefiere saberlo teóricamente de la lectura de un libro, de las palabras de un instructor que se los diga, obteniendo así sólo el concepto frío, triste y teórico y no la vivencia rebosante, la risa sonora y jacarandosa de la FELICIDAD.
El enojo, enfado y rabia, es bronca contra nosotros mismos, es nuestro "ego herido", falta de FELICIDAD porque creemos que se burlaron de nosotros y no es más que orgullo. Esto, de inmediato nos tranca el flujo de la FELICIDAD, la inteligencia, la capacidad de actuar sabiamente, impide el razonamiento lógico, el damos cuenta de las cosas y por supuesto nos hace cometer errores y proceder de la forma que menos nos conviene, que es contra nosotros mismo. Si supiéramos cuantas puertas nos cierra la bronca no la sentiríamos nunca. Si se desea tener bronca, que se tenga. Pero si se asiste a un grupo de "Enseñanza Espiritual" es porque deseamos disolver la bronca, las malas calificaciones de nuestra personalidad, limpiar el subconsciente y liquidar nuestro mal karma y no crear más karma negativo y eso es por nuestro propio bien.
Nada hacemos teniendo bronca y no trabajarla para disolverla. Hay personas que momento a momento, instante en instante, hora por hora, día a día, semana a semana, año a año, van arraigando bronca, desagrado, resentimiento en sus átomos y electrones, que los obscurece y los pone pesados.
Esos átomos algún día se devolverán buscándonos para que nos purifiquemos y poder regresar al Padre Puros, Perfectos, impregnados de FELICIDAD, como descendieron de SU SAGRADO CORAZÓN. Por esto debemos, de igual manera, a como se fueron mal calificando de bronca los electrones, ir desarraigando los átomos, de la bronca, el resentimiento, sea esto por el novio que te dejó injustamente, el dinero que no te pagaron, o la injusticia que cometieron contigo. Pensar y recrearse en la bronca, nos va hundiendo en la infelicidad, como en un sarcófago, que lentamente se hunde en la fosa nauseabunda de un cementerio. Día a día, semana a semana, año a año, tenemos que ir desarraigando de nuestros átomos y electrones, desde los más grandes hasta los más ínfimos pensamientos y sentimientos de bronca y resentimiento que tengamos.
No es decir, que el Cristo es Amor con una Llama Rosa, recitar el Padre Nuestro, hacer el Baruj-Aíá-Adonai en el Kidush y seguir con la bronca, porque no es "comer santos y vomitar demonios", es que seamos, sintamos, pensemos y expresemos: "YO SOY LA FELICIDAD DEL AMOR DIVINO"
Ese no es un Amor Divino impersonal, metafórico, metafísico, insustancial, sin patria ni hogar, no. Este AMOR DIVINO va a ser personal, contundente, físico, sustancial, con un destino inmediato, concreto, activo que es nuestro prójimo, la pareja de quien te separaste, el amigo que te calumnió, el jefe que te gritó, el comunicador que te trató injustamente, todo aquel que te trató como piensas que no te merecías.
No importa quien sea, como sea, justo o injusto, da igual lo que haya hecho o dejado de hacer, realiza: "YO SOY" LA FELICIDAD DESARRAIGANDO TODA BRONCA, Y RESENTIMIENTO, NO IMPORTA CON QUIÉN SEA, DÓNDE ESTÉ O QUÉ HAYA HECHO.
R.C.
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