Aunque hable en lenguas humanas y angélicas, si no tengo amor, soy como un metal que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tenga el don de la profecía, entienda todos los misterios y posea todo el conocimiento y aunque tenga una fe que mueva montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque done todo lo que tenga a los pobre o entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve de nada.
El amor es paciente y bondadoso, el amor no tiene envidia, no es orgulloso ni jactancioso, no es egoísta, no se deleita en la maldad, sino en la verdad. Todo lo soporta, todo lo disculpa. El amor nunca falla.
El conocimiento desaparecerá ya que conocemos en parte y profetizamos en parte, pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá.
Ahora vemos de manera velada, como en un espejo pero entonces, veremos cara a cara. Nos queda pues, la fe, la esperanza y el amor. Pero lo más importante es el amor. (San Pablo)
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