martes, 3 de enero de 2012

RAYO ROSA



El Tercer Rayo Friccional Rosa del Amor Di­vino es la Cohesión, Sensibilidad, Gratitud, Diplo­macia, Actividad y Tolerancia.

Atrae, fusiona, cohesiona cada uno de nuestros átomos y los que constituyen el Universo Manifiesto.

Hace que se manifieste cualquier calificación que decretemos con el "YO SOY".

Sintetiza las demás actividades agrupadas bajo los Rayos Blanco, Verde, Oro-Rubí y Violeta.

Establece un acercamiento entre el conocedor y lo conocido, que es actividad.

Se encuentra dentro de nuestro cuerpo del lado iz­quierdo de la Llama Crística. Produce bendicio­nes, felicidad, tranquilidad y es constructivo.

Nos hace venir a la encamación, sostenernos en ella y liberamos.

Pone en funcionamiento la Tercera Ley Cósmica, que permite el desenvolvimiento dentro del Universo.

Rige el suministro de todo en todas las cosas: dinero, alimentos, elementos de la naturaleza.

El Señor Gautama Buddha irradia el Rayo Rosa a la Tierra a través de su Chakra del Cora­zón, y de allí pasa al Tercer Departamento de la Jerarquía Espiritual, que es el del Mahá Chohán.

Todo el amor que hemos buscado y que anhelamos está dentro de nosotros en la Llama Rosa. No podemos odiar nada porque dentro de nosotros está el Amor Divino.

De nuestro Centro-corazón podemos demandar que se manifieste en nuestra vida todo el amor que requerimos para lograr el estado de felicidad perfecta que Dios quiere para nosotros. Al realizarlo, solucionare­mos todos los problemas y ascenderemos, porque el Amor es la piedra angular que determina nues­tra Ascensión. Siempre que necesitemos amor, envolvámonos en un Círculo de Amor, y si alguien nos odia, digámosle:
"Te envuelvo en mi círcu­lo de Amor"

El Rayo Rosa da criterio amplio sobre los asuntos abstractos, sinceridad de propósito, intelecto claro, capacidad de concentrarse en estu­dios filosóficos, paciencia, cautela, el no preocu­parse por las trivialidades ni querer preocupar a otros. 

Las personas de este Rayo tienen defectos como: falta de profundidad, ser demasiado ino­centes, orgullo intelectual, frialdad, aislamiento, inexactitud en los detalles, distracción, obstina­ción, egoísmo, crítica excesiva respecto a los de­más, y tienen que adquirir: simpatía, tolerancia, devoción, exactitud, energía, sentido común.

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