Cierro los ojos y me envuelvo en Luz. La Luz sanadora de Dios. Nada inferior a Ella entra en mi campo.
Llevo Luz a una parte de mi cuerpo que esté agotada de energía y digo:
“YO SOY SANO, YO SOY SANO, YO SOY SANO”
Le ordeno a cada célula de mi cuerpo que se unan en plenitud con la Luz.
Cada célula se regenera, resurge, renace.Yo lo creo, Yo lo decreto.
Yo respiro, Yo amo y me sano.
Respiro, amo y me sano.
Respiro, amo y me sano.
No dejo de pensar ni un instante en el mundo lleno de Luz de Dios, mi hogar, mis seres queridos, la ciudad, el país, todo está lleno de la Luz de Dios que se expande más y más. Y digo:
Padre, que todos los seres de todos los mundos sean eternamente sanos y felices. Que así sea, amén, amén y amén. Gracias Padre.
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