LA ASCENSIÓN DE MARÍA
Finalmente,
aproximadamente nueve años antes de concluir Mi encarnación, le dije a Pedro:
"Si me construyes ahora una pequeña casa con su capilla en un lugar
apartado de la comunidad, a orillas del arroyo, podré enclaustrarme y
prepararme para Mi encuentro con El Creador".
Esto se
hizo y allí viví el resto de Mi vida.
María de Betania y otros amados amigos me
traían flores, velas y frutas frescas.
Pasé esos años en contemplación de Mi
Señor, rememorando los primeros días de Mi vida; Mi primera Navidad y todos los
años con José; la despedida, cuando Jesús se fue a la India tan poco tiempo
después de que Su Padre dejara la Tierra; Su triunfante regreso; la
Resurrección y Su propia Ascensión.
Se Me hizo
difícil físicamente subir el Monte de Betania, así que Juan sostuvo la vigilia
por Mí.
Comencé a estar cada vez más en el mundo del "más allá" y
menos en el de "acá".
Finalmente, en Mayo, justo después de
Pentecostés, le dije a Juan:
"Llama a los discípulos y apóstoles, ya que
antes de que la Señora Agosto cierre Su radiación, Me habré reunido con Mi
Hijo".
Ustedes
saben, tomó bastante tiempo, meses en algunos casos, ubicar a algunos
individuos que estaban en lugares lejanos como Grecia.
Todos volvieron a casa,
pero mientras tanto, Yo había solicitado que se construyera una pequeña capilla
en la cima del Monte de Betania, una muy sencilla.
El 10 de Agosto subí la
Colina, solicitando estar sola en esa ocasión. Al ascender el monte, puse Mis
pies sobre las brillantes huellas de Mi Hijo. Por tres días y tres noches
permanecí allí, en esa capilla, ayunando y rezando.
Para entonces, todos los
discípulos y apóstoles estaban en casa y subieron el monte para ir a buscarme.
Bajé con ellos hasta Mi propia casa y allí les hablé, particularmente a los
discípulos originales.
Les dije
que dejaría este mundo y el 15 de Agosto completaría Mi Ascensión.
Les pregunté
cómo desearían continuar el resto de sus caminos. Juan dijo: "Te seguiré,
Madre, tan pronto oiga la Voz de Mi Presencia".
Pablo dijo:
"Conociendo Mi naturaleza, no voy a correr ningún riesgo. Si he ganado Mi
libertad, ¡voy a tomarla!".
Pedro,
Santiago y Andrés dijeron: "Nos quedaremos hasta que Él regrese.
Nos
esforzaremos por hacer, a lo largo de la Dispensación Cristiana, Madre, lo que
Tú has hecho durante estos treinta largos años".
Los bendije a todos y
luego entraron los otros miembros de la comunidad.
También los bendije. Luego
cerré Mis ojos a este mundo, para abrirlos en la Presencia de José, primero, y
de Jesús después.
Como ustedes saben, acomodaron Mi cuerpo dentro de una tumba
de piedra y la sellaron por tres días.
Durante ese tiempo, permanecí libre en
las Octavas Superiores, preparándome para la Ascensión de Mi forma física.
Luego regresé y resucité esa forma carnal. La atraje hacia Mí, la absorbí
dentro de Mi Propio Santo Cristo Interno y entré conscientemente dentro del
Corazón de Mi Presencia, como lo había hecho Mi Hijo antes que Yo.
Dejé, dentro
de la tumba, una rosa blanca para cada una de las personas de la comunidad.
Por
eso, la rosa blanca es particularmente querida por aquellos que formaron parte
de ese servicio.
Cuando
corrieron la roca que sellaba la tumba, encontraron que el cuerpo no estaba y
la fragancia de las rosas llenaba el lugar.
Entonces hicieron santo ese día,
conocido hoy como el "Día de la Asunción de la Santísima Virgen".
Después de
esto, en Mi estado de completa Libertad Divina, disfruté del reencuentro con
todos aquellos que Me habían asistido desde el otro lado:
El Señor Maitreya,
Gabriel y Rafael, Jesús y José, Ana y Joaquín, Isabel y Juan, Juan el Bautista
y todos los que se habían ido antes. ¡Sí, y con Judas también!
A esto le
siguió la coronación de Mi humilde Ser para el servicio
. En una gran ceremonia
mística, similar a aquélla en la que el Amado Saint Germain y la Amada Portia
se comprometieron en el mes de Mayo de este año, el Amado Maestro Jesús puso
sobre Mi cabeza la Corona de Reina de los Cielos para la Dispensación
Cristiana. Cósmicamente, Me convertí en la Madre del Mundo.
Y lo fui hasta hace
poco, cuando le traspasé a Portia, la Diosa de la Oportunidad, ese gran oficio
para la Nueva Era.
Así que
esta mañana, amados de Mi corazón, les dejo la Rosa Blanca de la amistad en
memoria de una Ascensión consciente.
Recuerden que el día en que también
ustedes hagan a un lado las vestiduras de carne y sean Libres en Dios, les daré
la bienvenida como Amiga y como Madre.
Que las
bendiciones de Nuestro Señor Jesús y de Dios, estén siempre con ustedes.
¡Buenos días!
Del Libro MEMORIAS DE LA AMADA MARÍA MADRE DE JESÚS
(pág. 147-151)-Autor: MADRE MARÍA
Edición Conjunta: EDITORIAL MANIFESTACIÓN &
EDITORIAL SEÑORA PORTEÑA
GRACIAS MADRE POR U BENDICIÓN!
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