sábado, 22 de septiembre de 2012

Nuestras lecturas!!




LECTURAS
Qué bien le van al Alma las Sagradas Escrituras, donde el siglo no interviene con sus inconstancias de “esto, ahora sí” y “esto, ahora no”, como esos libros en que supuestos eruditos espirituales dan veredictos diciendo:
 “Este escrito sí es de un verdadero mensajero; éste no”.

Los Libros eternos, como “Las Florecitas de San Francisco”, “Las Reglas de San Benito”, “La Autobiografía de un Yogui”, “El Evangelio de Sri Ramakrishna”, “El Gran Yogui Milarepa del Tíbet”, “El Guita”, los evangelios de Jesús, “Imitación del Cristo” de Kempis, el “Sagrado Libro del Yo Soy” de Saint Germain, abren universos de Luz en el Alma, llevando la comprensión humana tan profunda y lejana en los “Asuntos del Alma” que hablan directo al Alma.
Estos pueden ser el manual de conducta espiritual de todos los miembros del Grupo, para que en interioridad, sencillez, humildad, recogimiento y mucha espiritualidad, sean siempre realizadas todas las cosas.
Han de ser los amigos del Alma, donde el buen consejo, la correcta premisa y el augurioso proceder procuran el centramiento del Alma en el cuerpo, la expansión de su brillar y la perpetuidad de Su Luz.
De los Santos Seres, al Alma convienen sus escritos, que iluminan rincones obscurecidos a los que les es menester más luz.
Si nos encontramos en el camino con alguno de estos Santos Seres que al Alma convienen, es natural que sólo nos entreguemos con Él, en conversaciones que regocijen las expansiones de la Conciencia Divina.
Pero decir que se está de tratos y se habla con espíritus invisibles, aunque se les estime de gran talante, es un genocidio para el Alma.
Realmente es recomendable, como un “Asunto del Alma”, el darse a lecturas de vidas de Santos, Buddhas, Iniciados y Mahatmas de la humanidad.
Uno aprende mucho y se llena tanto de Luz, que nos colma de ejemplos de cómo actuar, y nos inflama el gusto de ser como Ellos; eso es bueno, porque edifica una vida espiritual hermosa y llena de tanto colorido, que uno no lo cambiaría por ninguna otra cosa del mundo.

Del libro: “Asuntos del Alma”, de Rubén Cedeño; pág. 107/108. Edición Conjunta: EDITORIAL MANIFESTACIÓN & EDITORIAL SEÑORA PORTEÑA.

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