SOMOS LA
CAUSA
Estudiando,
concienciemos que: la culpa de lo malo
que hacemos la tenemos nosotros.
El mal que existe lo creamos con nuestra
ignorancia, incultura, excluyendo todo sentimiento de dolor, contrayendo la
vida, autocalificando mal la Energía Divina y con la terquedad de no querer
aprender y saber.
No existe energía externa mala que se introduzca en nosotros
para producir desastres, si no existe una energía cónsona que le corresponda
dentro de nosotros.
Las energías siniestras y todo mal, existen sólo dentro de
sus propias víctimas.
Lo siniestro que nos puede venir a atacar, no existe,
a menos que tengamos algo que lo atraiga.
Cuando guardamos maldad,
separatividad, insensibilidad al dolor ajeno, exclusión, agresividad, odio,
envidia, celos y otras cosas nefastas, y nos afloran, son un demonio que
llamamos la “otra polaridad”.
Cuando a alguien le dicen que robe o tiene la
oportunidad de robar, robará, y si no lo tiene, no lo hará, así lo obliguen.
El
mal es una calificación de la energía que está dentro de la propia gente.
No nos gusta aceptar la verdad de
los defectos que tenemos.
Cuando hacemos algo divino, sublime, decimos que es un “Ser de Luz”
actuando a través de nosotros; y si procedemos mal, nos acusan de estar
poseídos por las “energías siniestras”.
Lo
constructivo y lo negativo está dentro de nosotros.
No son fuerzas externas.
No
evadamos el hacernos responsables de nuestros actos.
No acusemos a otros como
causantes de lo malo que realizamos.
Esto es falta de cultura, madurez,
crecimiento, y por supuesto, negación de la autoconciencia.
Del libro: “Ascensión Metafísica”, de Rubén
Cedeño; pág. 59 a 61. Edición conjunta: EDITORIAL MANIFESTACIÓN & EDITORIAL
SEÑORA PORTEÑA.
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