ANUNCIACIÓN
María fue entregada a José.
Al irse a vivir con él, siguió encargándose de
coser y cuidar el velo del Templo.
Un día, estando María en su casa, en Nazaret, se
le cumplió uno de sus deseos:
que el Arcángel Gabriel le recordara la misión
que se había comprometido a cumplir
antes de nacer.
Gabriel se le apareció y le dijo:
“Dichosa eres
María, porque has preparado al Señor una habitación en tu seno.
He aquí que
una Luz del cielo vendrá para morar en ti y por tu medio iluminará a todo el
mundo”.
El lugar donde esto ocurrió se puede visitar en
Nazaret.
El saludo del Arcángel Gabriel a María es lo que
el catolicismo ha sintetizado y ordenado en uno de los mantram u oraciones más
bellas de la Religión Católica, que es el “Ave María”. Posteriormente le
agregaron un fragmento más, donde dice:
“Ruega por
nosotros, los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.
Fue transformado un poco, pero en esencia lo que
le dijo el Arcángel Gabriel es lo que nosotros rezamos en la primera parte del “Ave
María”, que es:”Dios te salve María”.
Ese “Salve” significa: “Hola María, ¿cómo estás?”.
Cuando el Arcángel le dijo: “Llena eres de Gracia”, se refería a que con Ella estaba la “Gracia
Escuchante del Señor”.
Por último expresa: “Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús”; lo demás lo agregó un Papa.
Para aquel entonces la gente pobre vivía en
casas de barro y paja que eran destruidas por el viento y la erosión; solamente
las personas con cierta posición económica podían vivir en grutas y casas de
piedra, lo que hace notar que María no era tan pobre como quieren hacer ver, ya
que su casa era de piedra.
María era hija de Santa Ana y San Joaquín, quien
trabajaba para el Templo.
Después de un tiempo, María y José tuvieron que
dar declaraciones ante el Templo de lo sucedido, ya que el embarazo comenzó
comenzó a hacerse notorio y era motivo de comentarios.
Sin temor, María puso a prueba su pureza de
acciones y dijo: “Que el Señor manifieste ante la vista de todos mi pureza”.
Que si era impura, muriera al probar el agua del
altar.
Entonces se acercó al altar, le dio vueltas
según el ritual y bebió “el agua del Señor” sin que apareciera muestra de mala
calificación.
Del libro: “MADRE MARÍA – Madre de Jesús”, de
Rubén Cedeño; pág. 25/26.
Edición conjunta: GPO
METAFÍSICO DE CARACAS SEDE CENTRAL & GPO METAFÍSICA SEÑORA IBÉRICA.
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