CONÓCETE A TI
MISMO
En el pronaos del Templo de Apolo, en
Delfos, se leía: “CONÓCETE A TI MISMO”, un mandato muy propio del Segundo Rayo
Dorado de la Sabiduría.
Esta frase le ha dado la vuelta al mundo
entero y se ha mantenido vigente a través de las edades.
¿Y quién
realmente toma la decisión de conocerse a sí mismo?
Esto es todo un
tema.
Se necesita
entrega, humildad para reconocer los propios defectos, escuchar mucho a los que
saben, investigar dentro de uno mismo, descubrir las energías internas que nos
mueven las demás personas cuando las tratamos, sobre todo las que nos caen mal
o nos molestan.
A veces es difícil conocernos a nosotros
mismos, porque es observar y darnos cuenta de lo que somos sin que participe
nuestra imaginación; pero generalmente no nos damos cuenta de nosotros, de lo
que nos conviene y lo que no, de nuestras mentiras, negligencias, fallas,
absurdos; creemos que somos perfectos pero no es así.
En ocasiones, empezamos a medio detectar algo
de nuestras fallas, pero casi no nos vemos.
“Rayo Dorado”, de Rubén Cedeño. –Edic.
conjunta: EDIT. MANIFESTACIÓN & EDIT. SEÑORA PORTEÑA.
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