¿Conoces al
Amado Honén?
En el siglo
XII, en medio de las creaciones humanas imperfectas que sufría Japón para ese
entonces, el Amado Honén –un Maestro del Segundo Rayo Dorado- era un monje
Tendai.
Él recibió, del Corazón de Amida Buddha, el conocimiento de la Tierra
Pura de la Luz Infinita del Esplendor sin Límites, como una respuesta
solucionadora al hambre espiritual de la gente y sus necesidades internas.
El Amado Honén
logró su realización haciendo el Nembutsú, que es la afirmación “Namú Amida
Butsú”.
Honén empezó a
moverse fuera de los conventos para ayudar a TODOS los seres humanos a alcanzar
la Iluminación.
Fue entonces cuando la difusión del Nembutsú comenzó a
desempeñar un trabajo trascendente en el pueblo japonés, haciéndose populares
Amida Buddha y su afirmación.
El Amado Honén
atrajo a otros monjes, y juntos, difundieron las Enseñanzas de Amida Buddha.
Honén abandonó
la vida monástica para compartir el Camino del Nembutsú con la población común,
y armó tal revuelo con la Luz de esta Enseñanza, que fue culpado de incitar una
revolución social y fue desterrado de Kyoto; pero Él usó el destierro para
mantenerse en constante contacto con la gente corriente, ya que su Enseñanza es
fácil de practicar, un camino corto y fácil de seguir para toda la gente, aún
la más sencilla.
Aquellos que
quieran abandonar este mundo corrupto del samsara y que aspiren a la Tierra
Pura de la Luz Infinita del Esplendor sin Límites de Amida Buddha; aquellos que
estén confundidos sobre las creencias y prácticas espirituales de los grupos,
que tengan la mente oscura y estén faltos de sabiduría, agobiados por el mal
karma y muchos obstáculos, deben practicar, por todos los medios, las
Enseñanzas de Amida Buddha y Su supremo sendero directo a la Iluminación.
El único deseo
del Amado Honén fue implementar la práctica de la Compasión.
Después de la
Ascensión del Amado Honén, sus seguidores fundaron, con esta enseñanza, una
escuela llamada Jodo Shinshu o Buddhismo Shin.
Rubén Cedeño ; libro: “Rayo Dorado”.
Editorial
Manifestación & Editorial Señora Porteña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario