miércoles, 26 de octubre de 2011

HUMILDAD


Jamás nos sintamos grandes, supe­riores o importantes por nada, ni por la escuela espiritual en que estamos, la religión que profe­samos, el puesto que ocupamos, el cargo que des­empeñamos, el apellido que portamos, la ciudad donde vivimos, el país donde nacimos, la raza a la que pertenecemos.

Nos sentimos grandes porque consideramos a los demás menos que nosotros, y esto es agresión, falta de humildad.

No agredamos con nuestro orgullo a ninguna persona o cosa, aunque tengamos justificadas razones.


La base de la humildad  es ser inofensivos.


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