Nacido Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos Magos llegaron de oriente a Jerusalén (Mateo 2, 1). Estos tres sabios que estudiaban el firmamento, en cuanto vieron una estrella grande y maravillosa se pusieron en camino.
Dejaron familia, comodidad y bienes. No les debió ser fácil explicar el motivo de su viaje, que tuvo que ser largo y difícil.
Estos hombres decididos y sin respetos nos enseñan lo que hemos de hacer para llegar a Jesús, dejando a un lado todo lo que pueda desviarnos y retrasarnos del camino.
También nosotros hemos visto una estrella en la intimidad del corazón, que nos invita al desprendimiento de las cosas que nos atan y a vencer cualquier respeto humano que nos impida llegar a Jesús.
Los Magos debieron pasar por malos senderos y dormir en lugares incómodos... pero la estrella les indicaba el camino y les enseñaba el sentido de su vida. La estrella alegra su caminar.
Nosotros debemos aprender de estos hombres sabios. A veces nos encontramos desorientados y a oscuras, porque vamos alumbrando nuestra vida con la luz de nuestros propios caprichos que nos llevan por sendas fáciles, en lugar de buscar la voluntad de Dios.
Toda nuestra vida es un camino hacia Jesús. Es un camino que andamos a la luz de la fe. Y la fe nos llevará a preguntar y a dejarnos guiar, a ser dóciles. Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina, la corriente de gracia de los Sacramentos; y ha dispuesto que haya personas para orientar y conducir por el camino adecuado.
Hoy, como los Magos, pongámonos en camino. Pidamos al Señor que en nuestro caminar nos conceda tal firmeza en la fe, que alcancemos los dones que nos tiene prometidos.
Muy cerca de Jesús, como lo hicieron los Magos, vamos a encontrar a María.
Dejaron familia, comodidad y bienes. No les debió ser fácil explicar el motivo de su viaje, que tuvo que ser largo y difícil.
Estos hombres decididos y sin respetos nos enseñan lo que hemos de hacer para llegar a Jesús, dejando a un lado todo lo que pueda desviarnos y retrasarnos del camino.
También nosotros hemos visto una estrella en la intimidad del corazón, que nos invita al desprendimiento de las cosas que nos atan y a vencer cualquier respeto humano que nos impida llegar a Jesús.
Los Magos debieron pasar por malos senderos y dormir en lugares incómodos... pero la estrella les indicaba el camino y les enseñaba el sentido de su vida. La estrella alegra su caminar.
Nosotros debemos aprender de estos hombres sabios. A veces nos encontramos desorientados y a oscuras, porque vamos alumbrando nuestra vida con la luz de nuestros propios caprichos que nos llevan por sendas fáciles, en lugar de buscar la voluntad de Dios.
Toda nuestra vida es un camino hacia Jesús. Es un camino que andamos a la luz de la fe. Y la fe nos llevará a preguntar y a dejarnos guiar, a ser dóciles. Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina, la corriente de gracia de los Sacramentos; y ha dispuesto que haya personas para orientar y conducir por el camino adecuado.
Hoy, como los Magos, pongámonos en camino. Pidamos al Señor que en nuestro caminar nos conceda tal firmeza en la fe, que alcancemos los dones que nos tiene prometidos.
Muy cerca de Jesús, como lo hicieron los Magos, vamos a encontrar a María.
(extraído y resumido de Adorasi)
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