Nunca nos pongamos como ejemplo de nada ni ante nadie, porque es la manifestación de orgullo más temible que pueda hacer la personalidad. El que se cree ejemplo o perfecto en algo se da cuenta de todo, menos de su imperfección. Perfecto es nuestro Espíritu, y cuando este comienza a reflejar su perfección en la personalidad, ella debe hacer silencio.
No hablemos tanto de nosotros. ¿Qué tenemos que decir de nosotros que sea más grande que Dios? Nada. El tiempo que ocupamos hablando de nuestra persona, ocupémoslo hablando de las virtudes de Dios, de los Santos y Maestros. Cuidémonos del orgullo espiritual, que es el más peligroso. No contemos nuestras experiencias místicas y logros en público. Esto es muy dañino para nuestro transitar espiritual.
No hablemos tanto de nosotros. ¿Qué tenemos que decir de nosotros que sea más grande que Dios? Nada. El tiempo que ocupamos hablando de nuestra persona, ocupémoslo hablando de las virtudes de Dios, de los Santos y Maestros. Cuidémonos del orgullo espiritual, que es el más peligroso. No contemos nuestras experiencias místicas y logros en público. Esto es muy dañino para nuestro transitar espiritual.
San Francisco de Assisi.
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