MAESTRO
De los maestros, los humanos y los
santos debemos estudiar Sus enseñanzas, siempre y cuando éstas nos aclaren
nuestra persecución del “Objetivo Divino” que es solamente Dios.
Podemos tener
nuestro Maestro particular, amigo, facilitador, que nos llene la necesidad de
que alguien nos diga lo que debemos hacer, pero esa instrucción sólo puede
tener por objetivo llevarnos a Dios. A esa persona que nos conduce debemos
prodigarle agradecimiento eterno, pero ella no es el objetivo.
A medida que pasan los años y me hago
de mayor edad, valoro más cada uno de los maestros físicos que he tenido, como la Señorita Nélida ,
que en la escuelita del barrio donde vivía mi abuelo me enseño las letras y a
leer; me gustaría gritarle a todo el mundo cuán grande ha sido cada Maestro que
me ha enseñado algo.
Mi Alma está agradecida de haber recibido tanta enseñanza
de tantos seres con tanta Luz.
Quiero tenerlos a todos presentes y no
olvidarme jamás de ninguno de ellos en ningún momento.
Del libro: “Asuntos del Alma”, de Rubén Cedeño; pág. 108/109. Edición
Conjunta: EDITORIAL MANIFESTACIÓN & EDITORIAL SEÑORA PORTEÑA.
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