LA VERDADERA
HISTORIA DE SANTA CLAUS
Todos los 6 de Diciembre se celebra el día
de Santa Claus, ya que él es un Ser de Luz que existió verdaderamente.
Hace aproximadamente mil quinientos años, en
el pueblo de Pátara, en las costas del Mar Mediterráneo, en Asia Central, nació
un niño de padres muy ricos a quien le pusieron por nombre Nikelaos, que quiere
decir “la victoria del pueblo”; en castellano es “Nicolás”, y en inglés, “Claus”.
Desde muy pequeño Claus desarrolló un profundo
amor por el Maestro Jesús, y se hizo la promesa de vivir como Él: ayudando a
los pobres, sanando a los enfermos, perdonando a sus enemigos, haciéndole el
bien a todos y dejando que los niños se le acercaran para bendecirlos.
Los padres de Clauss desencarnaron cuando él
todavía era un adolescente, y quedó rico siendo muy joven.
Claus comenzó a usar la fortuna que le
heredaron sus padres para hacerle el bien a los demás.
Un amigo de Claus, tan rico como él, quedó
arruinado y con tres hijas que mantener.
El pobre hombre se vio tentado a vender sus
hijas para que no pasaran hambre.
Claus se enteró, y cada noche se subía al
techo de su casa, bajaba por la chimenea y a escondidas le dejaba fantásticos
regalos en oro.
Muy cerca de Pátara, en un pueblo llamado
Myra, había un Obispo que estaba muy viejo, cansado y no encontraba quién lo
sustituyera en su cargo.
Un día, el viejo Obispo le dijo a Jesús en
oración que ya no aguantaba más y que al próximo hombre que entrara por la
puerta de la iglesia, le daría su cargo de Obispo.
Claus, que pasaba en ese momento por allí,
se le ocurrió entrar, y al hacerlo, sorpresivamente fue convertido en Obispo de
Myra.
Claus, como Obispo de Myra se dedicó a
lograr que la gente pusiera en práctica las enseñanzas de Jesús, amando al
prójimo como a sí mismo, dándole de comer a los que tenían hambre, perdonando a
los agresores y llenando de bendiciones a todo el pueblo donde vivían y demás
poblados cercanos.
Claus tenía la fama de ser santo.
Una vez había una gran escasez de alimentos
en Myra, y cerca al puerto pasó un barco cargado de provisiones.
Claus le pidió al capitán del barco que
dejara el cargamento, para que la gente comiera y no se muriera de hambre.
El capitán aceptó, dejando las bodegas del
barco completamente vacías.
Tan pronto el barco zarpó, Claus hizo el
milagro de que las bodegas se llenaran nuevamente de alimentos.
Había en Myra un hombre muy malo a quien le
gustaba matar a los niños y servirlos como comida en el restaurante que tenía.
Santa Claus, al enterarse de esto, corrió
hacia el restaurante, regañó al señor diciéndole que eso no se hacía, y con un
poder maravilloso dado por Dios, resucitó a los niños que habían sido
sacrificados.
Cada Diciembre, Claus se dedicaba con esmero
a recibir al Espíritu de la Navidad, celebrando, el día 24, el nacimiento de
Jesús, repartiéndole regalos a la gente, especialmente a los niños.
En una Navidad, unos pillos, por maldad,
decidieron quemar la iglesia de Claus y todo quedó vuelto cenizas, menos un
Niño Jesús que se salvó milagrosamente, porque Claus lo sacó acurrucado entre
sus brazos sin quemarse, mientras en su cara se dibujaba una gran expresión de
victoria y alegría.
Claus tenía una risa agradable con
carcajadas muy fuertes que a los niños les encantaba.
Cuando él reía la naturaleza entera se
llenaba de alegría y desaparecían las tristezas de todos los corazones.
Un día 5 de Diciembre, cuando Claus se
preparaba anticipadamente para recibir la Navidad, Dios lo llamó a Su lado para
que Lo ayudara desde el cielo en las festividades navideñas.
A partir de ese día Claus se dedica a ayudar
a Jesús en estas fiestas, suministrándole dinero a los padres de los niños que
se portan bien todo el año, para que la noche de Navidad les compren juguetes
en nombre de Claus y el Niño Jesús.
Del libro: “Espíritu de la Navidad”, de Rubén Cedeño; pág. 26 a 29.
Edición conjunta: EDITORIAL MANIFESTACIÓN
& EDITORIAL SEÑORA PORTEÑA.
es una farsa, es un duende engendro del marketing cocacolero
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