LA LEY DEL RENACIMIENTO
Todas las Almas encarnan y reencarnan bajo la Ley del Renacimiento.
De allí que en cada vida no sólo se recapitulan las experiencias anteriores sino que se reasumen antiguas obligaciones, se restablecen antiguas relaciones, se tiene la oportunidad de saldar antiguas deudas, la posibilidad de retribuir y no progresar, despertar cualidades hondamente arraigadas, reconocer antiguas amistades y enemistades, solucionar detestables injusticias y explicar lo que condiciona al hombre y hace que sea lo que es.
Tal es la ley que ahora reclama un reconocimiento universal y que, cuando sea comprendida por las personas inteligentes, ayudará a resolver los problemas del sexo y del matrimonio.
¿Por qué será así? Porque cuando esta ley sea admitida como el principio intelectual gobernante, todos los hombres recorrerán más cuidadosamente el sendero de la vida y procederán con mayor cautela para cumplir con las obligaciones de la familia y del grupo.
¿Por qué será así? Porque cuando esta ley sea admitida como el principio intelectual gobernante, todos los hombres recorrerán más cuidadosamente el sendero de la vida y procederán con mayor cautela para cumplir con las obligaciones de la familia y del grupo.
Sabrán muy bien que lo que “el hombre siembra cosechará” y lo cosechará aquí y ahora, no en algún místico y mítico cielo o infierno; tendrán que hacer los reajustes de la vida diaria en la tierra, la cual proporciona un cielo adecuado y un infierno más que adecuado. La difusión de esta doctrina del Renacimiento y su reconocimiento y comprobación científica avanza con toda rapidez.
Las Almas avanzadas y las que están desarrollando aceleradamente su capacidad intelectual, retornan con gran rapidez debido a su respuesta sensible a la atracción que ejercen las obligaciones, intereses y responsabilidades, ya establecidos en el plano físico.
El hombre reencarna sin apremio de tiempo.
Las Almas avanzadas y las que están desarrollando aceleradamente su capacidad intelectual, retornan con gran rapidez debido a su respuesta sensible a la atracción que ejercen las obligaciones, intereses y responsabilidades, ya establecidos en el plano físico.
El hombre reencarna sin apremio de tiempo.
Encarna de acuerdo a las exigencias de las deudas kármicas, a la atracción de lo que él inició como Alma, y porque ha sentido la necesidad de cumplir obligaciones instituidas; también encarna por un sentido de responsabilidad y para cumplir con los requisitos impuestos por un anterior quebrantamiento de leyes que rigen las correctas relaciones humanas.
Cuando estos requisitos, necesidades del Alma, experiencias y responsabilidades han sido satisfechos, penetra permanentemente “en la clara y fría luz del amor y la vida”, y no necesita (en lo que a él concierne) la etapa infantil de la experiencia del Alma en la tierra.
Está libre de imposiciones kármicas en los tres mundos, pero se halla aún bajo el impulso de la necesidad kármica, exigiéndole el máximo servicio que está en situación de prestar a quienes aún se hallan bajo la Ley de la Deuda Kármica.
Una encarnación es un período definido (desde el ángulo del Alma) donde el experimento, la experiencia y la expresión, constituyen la nota clave de cada encarnación. Cada encarnación sucesiva continúa el experimento, profundiza la experiencia y relaciona más estrechamente la expresión con la latente divinidad en desarrollo.
Una encarnación es un período definido (desde el ángulo del Alma) donde el experimento, la experiencia y la expresión, constituyen la nota clave de cada encarnación. Cada encarnación sucesiva continúa el experimento, profundiza la experiencia y relaciona más estrechamente la expresión con la latente divinidad en desarrollo.
Maestro Djwal Khul
Extraído del libro "SIRVIENDO A LA HUMANIDAD" (Alice Bailey)
Extraído del libro "SIRVIENDO A LA HUMANIDAD" (Alice Bailey)
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