viernes, 10 de agosto de 2012

VIRGEN DE LOS SIRVIENTES





VIRGEN DE LOS SIRVIENTES-Ruben Cedeño-Viena 2011

En una de las naves de la "Stephansdom" está, descuidada de la curiosidad de los visitantes fortuitos, esta la "Virgen de los Sirvientes", una bellísima, tierna y curiosa imagen de la Madre María de estilo gótico.
Cuando la vi por primera vez me cautivó; al saber de su historia, caí a sus pies como su devoto y me dije: "Esta es mi Virgen"; aunque tengo unas cuantas, pero con Ella vale ser fiel a unas y otras porque, en fin, todas son la misma María.
Su solo nombre llama a la humildad, la rendición y a agachar la cabeza, lo que tanta falta nos hace a todos.

Que se sepa, esta advocación de María es de las pocas, por no decir la única, que nos mueve a la acción de ser "nada", tan necesaria para nuestra paz interior y progreso espiritual, sin los obstáculos que siempre pone la personalidad. En el Magníficat, la Madre María se dice a sí misma "la humilde esclava del Señor". Si esto es así, a nosotros nos resta ser los sirvientes de "la humilde esclava del Señor", que es menos que nada.

Llamativamente, el Niño Jesús que lleva en sus manos como símbolo de la manifestación universal, el Verbo hecho Carne, está sostenido por el manto de la Madre María en su acepción como la Madre Divina Cósmica.
Su manto protector viene a ser el Universo Manifiesto que da cobijo a todas las criaturas.
Con su mano derecha, el Niño señala, en el Corazón de María, una Rosa, que es el Patrón Electrónico de la Madre María, y da por sentado que en este país, en Innsbruck, se encuentra el Retiro Etérico del "Sagrado Corazón", donde los Espíritus por encarnar esperan como infantes el momento oportuno cuando los "Ángeles del Plan Divino" los harán incorporarse a la encarnación.

Es de notar la belleza y extremada dulzura de los rostros de María y el Niño, que la hacen una de las estatuas más bellas del gótico austríaco.

La "Virgen de los Sirvientes" debe su nombre a que la sirvienta de una condesa fue acusada falsamente de haber robado una cadena. Desesperada por semejante calumnia que la condenaba, la sirvienta le oró a esta imagen para que se viera la verdad del hecho, ya que ella era inocente. La Madre María, por medio de esta imagen, hizo que el verdadero ladrón fuera descubierto. Esto condujo a que la condesa, que era dueña de esta estatua, la regalara a la Catedral para la adoración pública.
Debido a su historia, hizo que por años se realizaran muchas misas a sus pies, en la capilla que tenía reservada y donde especialmente acudían sirvientes.

(Libro: RESURRECCIÓN - Autor: Rubén Cedeño)