jueves, 5 de septiembre de 2013

CANCION DE PAZ


DECRETEMOS TODOS JUNTOS POR LA PAZ

DECRETEMOS TODOS POR LA PAZ


“No acepto más” el desorden ni el terrorismo en el mundo. Decreto, con el Más Grande Poder de Dios: “YO SOY” la Paz llenando los corazones de los seres humanos, actuando en la mente colectiva de toda la humanidad, infundiendo respeto entre todos.

La Paz está establecida en el Mundo, ¡ahora!, y eternamente sostenida.

“YO SOY” la Paz en el mundo, ¡ahora!; consumiendo toda agresividad en el mundo, ¡ahora!; expandiendo Amor en el mundo, ¡ahora! Eternamente, amén.


Del libro: “SERVICIOS”,  de Rubén Cedeño. – Edición Conjunta:
EDITORIAL MANIFETACIÓN & EDITORIAL SEÑORA PORTEÑA



LA PAZ ES UNO DE LOS REGALOS DEL ESPÍRITU SANTO



LA PAZ, SIMBOLIZADA POR LA AMABLE PALOMA, ES UNO DE LOS REGALOS DEL ESPÍRITU SANTO

La Paz, simbolizada por la amable paloma, es uno de los Regalos del Espíritu Santo, un don que el individuo no recibe desde afuera, sino que es parte integral de su Naturaleza Divina y, por consiguiente, es su deber y obligación sentirla, irradiarla y compartirla con su prójimo.

Los estudiantes podrán preguntar: “¿Cómo podemos sentir paz cuando estamos en un mar de problemas?”.

Sencillamente quiten su atención de las apariencias de problemas y colóquenla en la Paz.

Una cosa es segura: no pueden tener paz y problemas al mismo tiempo.

¡Dondequiera que esté su atención, que es su vida, allí estarán ustedes!

La paz es la base de toda Manifestación Divina constructiva y duradera.


Por lo tanto, aún en medio de las apariencias de problemas, hay paz.

Búsquenla y la encontrarán. La manera de buscarla, es permitir que la COMPRENSIÓN, la TOLERANCIA, la PACIENCIA, la HUMILDAD y el SERVICIO AMOROSO sean sus consignas, llenando sus pensamientos, sentimientos, palabras habladas y acciones.

Cada individuo que pertenece a la raza humana afecta a la humanidad en masa con el aliento que sale de él.

Nadie vive por cuenta propia, sino que la vibración, tal como las cuentas engarzadas en un hilo, fluye en tres segundos a través de toda la humanidad.

La radio, el teléfono inalámbrico y la televisión han probado la trascendencia del tiempo y el espacio.

Los pensamientos y sentimientos del ser humano están siendo transmitidos a través del universo por una conexión invisible, y estos pensamientos y sentimientos afectan las vidas de todas las personas en el planeta, como también las del Reino Animal y de la Naturaleza.


Por lo tanto, el hombre debería esforzarse por amar de acuerdo con los principios expresados por Jesús.

Un individuo con una radiación de paz y armonía puede afectar a toda la raza humana para bien, y los Maestros pueden utilizar a tal individuo como conductor de Sus cualidades, para llevar el alimento a la boca, como quien dice, de los cuerpos internos de la gente.

Pero los Maestros no pueden utilizar a estos individuos a menos que estén equilibrados y en paz, por la misma razón que una madre amamante a su hijo si está sujeta a arranques de ira, depresión o sufrimiento, pues la leche envenenaría al bebé.

Hoy en día, toda la humanidad está tratando de encontrar la paz.

El Templo de la Paz se yergue en el corazón de un bello bosque.

Viajar allí no castiga, ni siquiera exige la motivación física de los aficionados.

Ustedes entran a una bella arboleda que conforma un aviario verde a través del cual el sol brilla libremente, generando una mística luz color verde agua.

Los largos y esbeltos troncos de los árboles están desprovistos de ramas hasta una altura considerable, y en el piso no hay maleza, de manera que se puede caminar libremente en cualquier dirección, sin que sea necesario apegarse a un camino específico o prefijado.

Uno de los regocijos aquí es que cada ser humano puede conformar su propio sendero, y no le pide a nadie que siga el patrón predestinado de otra persona para seleccionar su propia belleza, la grama verde y las aguas mansas para su propio solaz y contemplación.

Del libro: “Espíritu Santo”, de Santo Aeolus.
-Edición conjunta: EDITORIAL MANIFESTACIÓN & EDITORIAL SEÑORA PORTEÑA.


GRAN INVOCACIÓN