domingo, 5 de agosto de 2012

Maestros, Santos, Madres Divinas y Dioses.


                          EJEMPLO

En la Vivencia Espiritual sirven de estímulo, ejemplo y guía, las vidas de los Maestros, Santos, Madres Divinas y Dioses.
Del Señor Gautama y Krishnamurti el ser claros, contundentes, reales, ciertos en el Apostolado y libres de las trabas institucionales;
del Maestro Saint Germain, apuntar como único norte al desenvolvimiento de la Divina Presencia “Yo Soy” y el uso de la Llama Violeta;
del Maestro Jesús, el Perdón ante el mal agradecimiento, envidia, traición y condenación que recibamos por nuestra labor;
del Maestro Hilarión cuando fue San Pablo, ser pionero en una nueva era de una enseñanza desconocida, y triunfar;
de María Magdalena, el ser Apóstol, no importando lo que hayamos sido ni la mala fama que tengamos;
 como José Gregorio Hernández, que le brindó salud y espiritualidad a los pobres que acudían a él y a las prostitutas de las zonas de tolerancia;
San Benito Abad, que dice que debemos más servir que mandar, y siempre preferir la misericordia a la justicia, que por la exaltación se baja y por humilde se sube, tratando de ser más amados que temidos;
 de Milarepa, en su constancia de soportar todas las pruebas que le impuso su Maestro, desbaratando las casa psicológicas y emocionales que construimos, sin abandonar el trabajo, y llegar a la meta;
de San Nicolás, a consagrar nuestra fortuna personal haciendo feliz a todo el mundo;
de la Madre Teresa de Calcuta y del Maestro Koot Hoomi cuando fue San Francisco de Asissi y San Martín de Porres, a ser humildes, sencillos, llevándole nuestro apostolado a los más pobres entre los pobres, sin rechazar a nadie, limpiando y barriendo odios, inmundicias y todo lo que se tenga que transmutar.
Parecerse a Santa Teresa de Ávila al tomar la carreta como una andariega por la “Árida Castilla”, que hoy en día puede ser un auto, un bus, un avión o un tren, para desplazarnos sin fronteras, realizando este Apostolado.
De la Madre Emilia aprendamos el no tener vergüenza de pedir, mendigar para realizar el Apostolado, y no detenernos por los insultos que recibamos;
de Maximiliano Kolbe, el no quejarnos, ni dejar de hacer el Apostolado por las situaciones adversas que nos vengan.

Ser como Ramakrishna y Juan XXIII, ecuménicos y aglutinantes con todos los credos;

como Paramahansa Yogánanda, al consagrar el Apostolado a la Madre Divina Cósmica;

tal vez como Blavatzky en su fuerza y poder de decisión, arriesgándolo todo por dar la Enseñanza sin temer a nadie;

como Josemaría Escriba de Balaguer, en el promover el Apostolado dentro del mundo seglar y ser una persona de vanguardia en asuntos del saber y de la vida circundante, siempre estando delante en todo y bien informado, y si no, averiguándolo. 

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