lunes, 29 de septiembre de 2014

HACERLE CORRECCIONES A LA GENTE AYUDA A FORMARLA

CORRECCIONES

Uno necesita tener valor, perder la vergüenza y aguantar las malas críticas para poder vivir corrigiendo y lograr, de ese modo, que la gente viva mejor; esa actitud se puede desarrollar o pedir.

Cada vez que uno corrige a alguien en una clase, después, en la noche, en la soledad del cuarto, uno se arrepiente horriblemente de lo que dijo, y piensa: “A lo mejor no debería haberlo dicho”, “cómo es posible que haga eso”, “me da lástima el que corregí”.

Pero hay que tener valor para seguir haciéndolo.

Porque si permitimos que en los grupos reine la traición, el desorden, la ignorancia, la incultura y la mala educación, se acaba todo.

Hay facilitadores que, reflexionando, se arrepienten de las correcciones y los regaños, pero no los hacen por maldad.

A veces, mucha gente felicita a un facilitador por su actividad y dice que fue maravillosa, pero él no lo ve así, piensa que fue un horror porque tuvo que corregir mucho; 
lo que le apetece es no corregir ni regañar a nadie.

Pero hay que pedir valor para hacerlo, es la única manera de formar a la gente.

Libro: “Compasión Infinita”, de Rubén Cedeño.

Grupo Editorial Metafísica & Editorial Señora Porteña.

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