sábado, 14 de diciembre de 2013

LAMASTERIO DE DALY GOMPA Ruben Cedeño Darjeeling 1992



LAMASTERIO DE DALY GOMPA
Ruben Cedeño
Darjeeling 1992
Muchos años atrás, en el viaje que conocí el lamasterio de Daly Gompa de Darjeeling en los Himalayas, me encanté tanto que sin ningún tipo de impedimento recorrí todas las instalaciones de los varios pisos del monasterio, vi sus habitaciones, dormitorios, cocina, templos, lugares de reunión, no se si sitios secretos o que, pero me meti por todos lados, ningún voz me prohibió pisar lugar alguno. Quise quedarme a vivir aquí. Me senté en el atrio del templo mirando en la extensión los dulces cumbres nevadas de los Himalayas mientras me hacía esta reflexión: “No tengo ningún impedimento para quedarme ahora mismo a vivir aquí y realizar el seño de mi vida de estudiar con los lamas tibetanos. Renunciaré por carta a mi cargo al conservatorio de música en Caracas, puesto que tanto me habia costado conseguir y sostener. Me internaré en este lamasterio a vivir en Paz, alejado del mundo; me pondré mi túnica bordó, me dedicare al estudio mas oculto y profundo que se pueda y renunciaré a todo. En unos meses de seguro que ya comenzaré a balbucear el tibetano y en un año podré hablar algo. Al comenzar a entender el idioma, seguro que me daré cuenta que aquí no todo es paz, que los lamas son seres humanos que también tienen problemas con sus relaciones dentro del lamasterio y comenzaré a inmiscuirme en sus asuntos. A todas estas, empezaré a hablar de Saint Germain, los Siete Rayos, la Llama Violeta y me acusarán de estar desvirtuando el Tibetanísmo. Allí se acabará la idílica paz que ahora sueño. Me encontraré en poco tiempo en una situación parecida a la que vivo en América cuando me critican, condenan y traicionan. Para tener problemas aquí, prefiero seguir y resolver los que tengo en América”. Vallas donde vallas aunque sea el Tíbet en los mas encumbrados monasterios encontraras ni mas ni menos lo que tienes donde estas, allí ira tu mismo estado de conciencia que posees dentro de ti. Allí de inmediato descarté la idea de quedarme en este Lamasterio de los Himalayas y volver a Caracas.
Ese mismo día después de la reflexión, al salir del lamasterio Daly Gompa, no tenía transporte y me tuve que regresar a Darjeeling a pie por la montaña. Estaba lloviendo y no me quedó mas remedio que hacer el trayecto mojándome. Estaba en Darjeeling, por los Himalayas, solo y deseoso de encontrarme con el Maestro El Morya. Acariciando este pensamiento, de repente, en una curva del camino, se me apareció un viejito de varaba, sobrevestido con muchos colores. Este hombre al verme se fijo en mi detenidamente y se echó a reír de mí persona estruendosamente, parecía un loco de carretera. Después de pasar, a lo lejos, le seguí escuchando su sonora carcajada.
Lo que no sabía era que al llegar a Venezuela me iba a encontrar con que mis mas amados y adorados estudiantes en los que confiaba el total del futuro de la metafísica y a quienes les había invertido años instruyéndolos día a día en Venezuela, en museos y zonas arqueológicas de muchos países de América y Europa, estaban fraguando la más cruel e injusta de las traiciones que he sufrido en la vida, ofreciéndole a otra escuela los discípulos de la metafísica, que no eran de ellos, sino que por medio de mi persona se les proporcionaban y que tampoco estos estudiantes eran míos, eran de la “OBRA”. Debido a todos estos sucesos, que no los lamento, sino que los agradezco inmensamente, al llegar a Caracas me vi obligado a renunciar a la subdirección de uno de los mejores Conservatorios del país, que nunca antes lo hubiera hecho, algo que me había costado toda la vida conseguir. Asi pude dedicarme completamente al trabajo espiritual de llevar al mundo entero la Enseñanza Espiritual de la Nueva Era, pero no en este lamasterio de los Himalayas, sino en Occidente. Hoy en día les agradezco a esos muchachos el grandísimo bien que le hicieron a la metafísica y a mí.

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